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Un objetivo debe ser razonado, planificado y gestionado.

Administrar su actividad, mantener a los implicados motivados y si es necesario, gestionar todo aquello que signifique no llegar a la meta marcada.

Parece que una vez finalizada la planificación sólo hay que dejar que las acciones se vayan resolviendo mientras se avanza hacia la meta como si el proceso fuera una piedra rodando por un acantilado sin posibilidad alguna de detenerse. Pues no.

 Hay que mantener la motivación, gestionar expectativas generadas y sobre todo entender que un objetivo va mucho más allá del resultado o la meta fijada durante la planificación.

Motivación

Para Getting Things Done (GTD) un objetivo es un conjunto de actividad que busca un resultado a más de un año vista. Un viaje tan prolongado dificulta mantener la tensión en la ejecución para obtener un progreso continuado.

Al esfuerzo dedicado a crear una correcta especificación y una planificación ajustada a la realidad hay que añadir las labores para mantener la motivación.

Desarrollar una visión

Crear un vínculo con el «proyecto» comienza con averiguar el auténtico propósito (ver primer post de la serie) y continúa creando una visión sobre el éxito del mismo. ¿Cómo cambiará tu vida y la de tu entorno conseguirlo?

Puedes equipar la visualización a la técnica de la PNL del mismo nombre. Intentas imaginar cómo será tu realidad, tu entorno a través de los cambios en las percepciones sensoriales o cómo afectará a las personas que interactúan contigo…

En definitiva, como cambiará cada aspecto afectado por este objetivo. Crear una imagen de una nueva realidad que sirva de anclaje, de punto de referencia, una baliza a recuperar cada vez que las fuerzas y la convicción te falle para recordar el propósito y recargar tu motivación.

Mantener viva la llama a través de la actividad

La otra gran vía para mantener la motivación es bajar de la visión a un nivel más gris y pragmático. El nivel de la actividad real.

Las acciones y proyectos relacionados con los objetivos deben estar siempre presentes entre tus próximas acciones, ocupando el primer plano de tu actividad.

Cuando cae la motivación cambiamos las acciones importantes para lograr resultados a largo plazo (objetivos) por actividades para obtener satisfacción a corto. Cuando esto ocurre el objetivo pasa a un segundo plano, cae a la sombra y es necesario un gran esfuerzo para volver a elevarlo al primer plano.

Para evitarlo no hay nada mejor que las revisiones. La revisión diaria, semanal y mensual:

  • Revisión diaria. Me aseguro que hay acciones de los proyectos relacionados con el objetivo en el grupo de próximas acciones a realizar y que no caen en el olvido.
  • Revisión semanal. Al seleccionar en que trabajarás los próximos 7 días, primero activa proyectos relacionados con tu objetivo.
  • Revisión mensual. ¿Que se ha hecho durante el mes? En qué aspecto del objetivo trabajarás durante el próximo mes, y en su caso, porque se han detenido los proyectos relacionados con el objetivo y que harás para volver a trabajar en ellos.

Disponemos de un tiempo y energía finita para dedicar a nuestra actividad. Hay que priorizar lo importante por encima de lo que parece urgente o más atractivo. Lo importante siempre es el largo plazo, lo importante son tus objetivos.

Expectativas

Hay que gestionar las expectativas generadas, sobre todo las generadas durante la planificación.

Al realizar una planificación natural para definir que queremos, ajustándolo a la realidad y preparando la actividad para hacerlo posible, nos creamos una imagen de cómo deben ser y funcionar las cosas. Según cómo evolucione la ejecución del proyecto y nuestras circunstancias puede variar.

Un objetivo es la búsqueda de – grandes – resultados a más de un año vista. En este intervalo de tiempo pueden cambiar muchas cosas, se puede transformar tu entorno, pueden crearse nuevas oportunidades profesionales o personales que conviertan en secundaria lo que hoy es importante para ti y tu equipo.

Saber disfrutar y aprovechar el camino

Casi siempre, trabajando en grandes proyectos y objetivos, algunas de las cosas más valiosas que recoges son inesperadas, no aparecían ni en la idea ni en la planificación inicial.

Si buscas grandes resultados necesitas nuevos inputs, incorporar nuevo conocimiento, tejer o reforzar relaciones con otros, poner a prueba lo que haces y cómo lo haces para mejorarlo. Todo esto se queda contigo una vez finalizado el proceso, consigas o no el resultado deseado.

A menudo estos inputs extraordinarios nos pasan desapercibidos, incluso se pierden. Ser consciente de su presencia nos ayuda a valorar lo que estamos haciendo. Identificarlos en el mismo momento que aparecen y hacemos uso de ellos nos ayuda a valorar más lo que estamos haciendo.

Cerrar bien un objetivo

Solemos ver un objetivo como la línea de meta de una carrera, un camino del punto A al B. Si salimos del punto A y acabamos a C lo consideramos un fracaso y nos etiquetamos como perdedores.

Gestionar el camino hacia tu objetivo pasa por mantener viva la llama de la actividad, de la motivación, pero también significa cerrarlo si en algún momento de este camino deja de ser lo más importante para ti.

Terminar de forma prematura significa cambiar el rumbo del punto B marcado por tu planificación y definir el punto C. Volver a la mesa de dibujo, volver a rehacer la planificación natural para:

  1. Definir qué son los «nuevos» resultados a alcanzar.
  2. Repite los pasos de la planificación natural dedicados a definir la actividad. Mapa mental, crear los componentes/proyectos a trabajar para cerrar el resultado deseado y definir las próximas acciones.
  3. Crear un inventario con los outputs «informales» que te llevarás. Relaciones, nuevos conocimientos, mejoras realizadas en tu sistema de trabajo…

Cuando las cosas salen como a mí me gustaría el tercer punto me ayuda a evadir la sensación de fracaso total, a agradecer lo que me llevo aunque no sea lo que buscaba.

Un objetivo es más que el resultado. Un objetivo es el reto de la experiencia, el desafío y el trabajo que representa. Trabajar para quedarse sólo con el resultado es abrir la puerta a la insatisfacción después de la euforia momentánea por la victoria.

Entender lo que supone la experiencia y aprender a nutrirse ,a disfrutar de ella, te desplaza del mundo binario del triunfo/ fracaso a un mundo con muchos más matices, con una percepción de lo que haces más profunda y satisfactoria.