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No se para de hablar de las inteligencias artificiales generativas y de cómo cambiarán todo. Me despierta un gran interés, como alguien preocupado por la productividad personal y como profesional que anticipa un cambio a punto de reconfigurar su mundo.
He decidido escribir un post hablando de AI. De cómo entrará en nuestra vida a través de las herramientas utilizadas día a día a porqué acabará destruyendo puestos de trabajo y que podemos hacer para empezar a adaptarnos a este nuevo mundo.
En definitiva busco un porqué, intento digerir todo lo leído en las últimas semanas y aportar algo de luz para calmar la inquietud y la incertidumbre generada por el fenómeno.
Productividad personal y AI
A nivel personal significará un boom. Veo la AI generativa cómo un plantar la semilla y recoger la cosecha. Escribiendo un «prompt», un pequeño texto descriptivo suficientemente explicito podrás generar un texto para un email, de un artículo para tu página o una imagen/vídeo de alta calidad.
No sólo tareas sencillas, también más explicitas como obtener piezas de código para completar una app o incluso apps completas, en un principio sencillas pero sólo es un punto de partida.
No es cuestión de imaginar, todo esto ya está aquí. El siguiente paso es ver cómo las herramientas se van integrando en los entornos de trabajo ya existentes, las suites de ofimática como Microsoft Office o los IDE de programación como Visual Studio.
«Todas las tareas cognitivamente pesadas y repetitivas serán sustituidas por procesos de AI permitiendo al individuo centrarse en cuestiones más importantes.»
En teoría nos da la oportunidad de dejar de lado la repetición para centrarnos en la creatividad.
Te dejo el link de future tools (https://www.futuretools.io/) un buscador de AI por si quieres empezar a trastear con todo lo que te pueden ofrecer este tipo de herramientas.
Automatización y productividad
Todo suena fantástico hasta llegar a cómo la automatización destruirá puestos de trabajo. Intentaré explicártelo lo mejor que pueda.
La automatización de las tareas lleva al abaratamiento de costes y a un aumento de calidad y -si existe competencia – de precios.
Por ejemplo, la ropa tejida a mano tenía un coste prohibitivo pero con la llegada de telares automatizados se rebajó el coste.
Si una prenda valía 1000 euros ni siquiera te planteas comprarla. Al automatizar la producción el precio baja a 100 euros y puedes comprar para ti y para tu familia. Hay una explosión de la demanda porque que los productos son mejores y más baratos.
Si el precio de una prenda baja a 10 euros ya no miras el precio sólo compras toda la que necesitas, quizás más.
Curiosamente, los puestos de trabajo no se reducen sino que aumentan debido a la explosión de demanda. Se contratarán a más trabajadores para realizar las tareas que no están automatizadas.
La productividad sigue aumentando y el precio sigue bajando, por ejemplo a un euro la pieza. Ya no importa la cantidad, el consumidor mira la calidad, la diversidad, la diferenciación… Es en este momento cuando la demanda se satura y no sube tan rápido como antes.
Pero la productividad sigue subiendo y se continúan eliminado labores realizadas por humanos. Es en ese momento cuando se empiezan a destruir puestos de trabajo, reduciendo el número total de trabajos de la industria.
En algunos sectores, como el de la contabilidad, cuando aparecieron los ordenadores y las hojas de cálculo, los puestos de trabajo siguieron aumentando. Llegó la automatización, se redujeron costes pero existía una demanda oculta de contabilidad – necesidad de control financiero sobre la empresa – que supuso un aumento de los puestos de trabajo total.
Se eliminaron las tareas más repetitivas y aburridas, quedando los contables realizando las más interesantes.
Miedo a no ser necesario
Un mundo más automatizado es un mundo mejor. Pero un mundo mejor quizás no te necesite o al menos no en el rol que desempeñas ahora.
Una de las cuestiones preocupantes es a qué velocidad va a llegar el «clic». ¿Cuándo estará en disposición de sustituirte la IA?
En primer lugar debe llegar una IAD (Inteligencia Artificial Débil), una IA capaz de ser entrenada para realizar una tarea específica mejor que el ser humano.
Los mercados de predicciones fijaban este objetivo para 2040 pero después del boom actual se ha anticipado a 2027, y la llegada de la IAG (Inteligencia Artificial General) capaz de hacer cualquier cosa que hace un humano, incluso mejorarse en ella misma queda parar 3 años después.
¿Qué nos queda a los humanos? Los computadores y software han automatizado las tareas rutinarias y las máquinas gran parte de las físicas. La IA copará gran parte de las labores cognitivas.
Siempre ha habido innovación, automatización y reducción de puestos de trabajo en la industria a cambio de crear nuevos roles, quizás más cualificados pero nuevos roles y nuevos puestos de trabajo al fin y al cabo.
Ahora parece que el AI lo copará aunque a largo plazo no dejará nada para nosotros, desde el trabajador en la cadena de montaje hasta el programador, todos notaremos su efecto.
Sin embargo, hay un contrapunto, un razonamiento que pone en duda este futuro implacable. A día de hoy desconocemos el porqué de la conciencia. No sabemos por qué existe ni cómo funciona. ¿Es posible, pues, replicarla de forma artificial?
Y lo más relevante, ¿es necesario para crear una IAG? Ésta es la cuestión.
En mi opinión. El futuro -al menos inmediato- puede ser un conjunto de IA débiles que trabajen conjuntamente pero una IAG queda lejos.
La meta para los profesionales será aprender a trabajar haciendo uso de estas IA con propósito específico.
Ser un centauro, ser un humano que trabaja con la AI
Las máquinas son especialistas y los humanos generalistas. Como he comentado, las IA automatizarán las labores secundarias de nuestras profesiones dejando por las personas las más importantes.
Si me preguntas lo que voy a hacer a corto plazo es aprender a trabajar con las AI generativas. Acostumbrarse a tratar con ChatGPT y pivotar entre la infinidad de herramientas que aparecen.
Es de esperar que se destruyan puestos de trabajo pero también surjan nuevos roles. Nuevas necesidades, por ejemplo especialistas en «hablar con las máquinas», dinamizadores de las relaciones entre el individuo y la IA…
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Cuando pienso en IA no puedo dejar de pensar en un mundo mejor, en una mejor vida para todos nosotros. Más productividad menos carga de trabajo. Un nuevo mundo con nuevos roles, nuevas profesiones, nuevos horizontes.
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Este artículo es balsa en las publicaciones «¿Cuánto nos va a quitar el empleo la inteligencia artificial?» y «Centauros» de la newsletter Suma positiva de Samuel Gil
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