Necesitas aplicar una dieta de información

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Dieta d'informació

Si una dieta nos ayuda a cuidar la salud vigilando lo que comemos, someternos a una dieta de información debe ayudarnos a mejorar nuestra productividad. ¿Cómo? Eliminando una gran parte del ruido de nuestra rutina. Piensa en la gran cantidad de tiempo que dedicas a tus mails, lecturas en la red o asimilando otros inputs. Dedicamos energía a temas sin importancia que con frecuencia abren frentes en forma de interrupciones y problemas en forma de urgencias. Las situaciones mencionadas en el post, tendrían que hacer reflexionar sobre cómo la información condiciona tu rutina, y sugerirte cambios para separar el grano de la paja.

El exceso nos mata. En cierto modo los recursos provistos por la red son como los dulces, muy golosos y con la capacidad de satisfacerte al instante. Accedemos al contenido a través de aplicaciones móviles y del navegador de forma inmediata, sin ninguna restricción de tiempo o ubicación, sólo con una conexión a la red (hoy al alcance de todos). La inmediatez, la facilidad y el precio asequible, ha convertido el acceso a la información en un entretenimiento, lo que antes era relevante ahora es algo casual. Lo más sencillo es dejarse arrastrar por la tendencia, lo difícil establecer unos hábitos para regular de una manera equilibrada lo que aporta conocimiento y conexión con los demás:

  • Lectura de feeds. Uno de mis principales vicios. Es una locura intentar leer todo lo que encuentras interesante. He intentado organizar mi lector de feeds innumerables veces para priorizar lo que me aporta valor, y ha sido en vano. El exceso de fuentes siempre hace naufragar el sistema, aunque me proponga no revisar lo que aparece como ‘No leído’ siempre acabo cayendo en la trampa, o cerrando sesión con sensación de frustración por no poderlo abarcar todo. Gracias a ifttt y Evernote me envíen sólo las 4 o 5 fuentes más interesantes en mi inbox de forma automática, una evolución de un sistema anterior me permiten no tener que pensar en las lecturas, simplemente me las encuentro en la bandeja de entrada y las proceso como parte de mi sistema de acciones. Si el fin de semana no se han leído, las elimino (al ser este un paso no automático todavía me falla).
  • Administrar el email. El checking constante de nuestra cuenta provoca ansiedad y es una vía para perder el control de tu jornada. Si abres tu cuenta repetidamente perderás el tiempo con notificaciones y correos secundarios. Interrumpir tu flujo de trabajo es un dispendio brutal de energía, piensa lo que tardas en volver a coger el hilo de lo que hacías… Busca una frecuencia de consulta, cada cuando debes de acceder al mail y el tiempo entre cada una.
  • Trabajar con las redes sociales. Y digo trabajar porque no concibo pasar tiempo al 2.0 para otra finalidad que no sea la comunicación con mis contactos, aportar y recibir valor en forma de contenido de calidad. Particularmente el resto me lleva a matar el tiempo y a dejarme con un mal sabor de boca pensando en lo que podría haber hecho para liquidar las tareas presentes en mi lista de próximas acciones. Gracias a una aplicación web integro feeds de forma automática a mis perfiles sociales para crear una base, además le sumo unos 20 minutos diarios para contestar las preguntas que me llegan y dar mi toque personal. Dosifícate, dedicándo cada día a un perfil en especial, o utiliza una red como base y vas pivotando con el resto.
  • Dispositivos y tarifas de datos. Hace tiempo escribía sobre los pros y contras de acceder a la red desde tu smartphone, no estaba nada convencido pero acabé dándole una oportunidad. Si eres una persona a la que le cuesta contenerse, que cae con cada notificación y no necesita este recurso para su trabajo, da de baja. Yo apago mi teléfono mientras trabajo y estoy planteándome seriamente renunciar a la conexión, supone un lastre demasiado pesado.
  • Estar informados o cabrearse. Una sugerencia extra es la de evitar empezar el día leyendo noticias o escuchándolas mientras te desplazas a tu lugar de trabajo. A menudo mientras tomamos un café leemos el periódico o escuchamos la radio cuando vamos en coche, lo hacemos por inercia. Es una actividad que personalmente he eliminado de mi rutina, prefiero conducir en silencio o escuchar música en lugar de preocuparme, o cabrear, me sintiendo cómo va todo. No es una renuncia a estar informado, más bien a estarlo acercándome a una forma más neutra de información, alejada de líneas editoriales y de la cargar emocional transmitida por los locutores. Nada de noticias a primera hora de la mañana, nada de editoriales, ni de programas de tertulia… He notado una mayor tranquilidad a la hora de incorporar a mi puesto de trabajo, con una mejor predisposición y capacidad para focalizar en las primeras obligaciones del día.

El secreto es saber cuál de nuestras vías de comunicación y de gestión de la información nos genera valor, qué uso debemos darle para que lo haga, dejar de lado las vías muertas y establecer un límite al tiempo que pasamos trabajando con cada una de ellas. Son hábitos, pero también conocimiento de uno mismo y de su actividad.¿ No crees que ha llegado la hora de ponerte a dieta?

Imagen vía SocialisBetter bajo licencia Creative Commons