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Nos vemos obligados a tomar decisiones sobre nuestro futuro cuando no estamos preparados para ello. A una edad temprana, en la adolescencia, cuando es evidente que no disponemos de un grado de madurez suficiente para tomar decisiones sopesando todos los pros y contras, escogemos nuestro camino. Primero formación profesional o universidad, y si es este el camino elegido decidir qué carrera cursar. Es verdad que padres, profesores y el resto de nuestro alrededor puede ayudarnos a tomar la mejor decisión, pero eso no quita que podamos errar. Esta es una de las muchas situaciones en que se puede torcer el ‘asunto’ (entiéndase asunto como carrera profesional).
Un error al decidir, un cambio de intereses, la aparición de nuevos sectores con nuevas oportunidades, o simplemente querer reorientar nuestra carrera dentro de nuestro sector, puede llevar a plantearnos la posibilidad de corregir el rumo nuestra carrera profesional. Pero, ¿cómo hacerlo? Cuando nos enfrentamos a una situación de insatisfacción laboral, lo más plausible es escrutar oportunidades a través de las páginas de ofertas de empleo para ver que encontramos. Sustituimos un trabajo donde ya no encajamos por otro similar, no parece la mejor solución.
Para conseguir un cambio real deberíamos añadir un cierto grado de reflexión y planificación al proceso. He intentado catalogar las distintas metas a alcanzar cuando intentamos cambiar, mejorar, o conseguir algo nuevo en nuestra faceta profesional:
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