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La semana pasada hablaba de trabajar en nuestro propio negocio, construir un leitmotiv y crear un camino que nos lleve a él. Damos una vuelta más a esta idea y hablemos de lo que da sentido a nuestra vida (no os asustéis, no será nada trascendente). Muchos compramos la idea de que somos lo que hacemos, de ahí el drama añadido de perder el trabajo, dejamos atrás un puesto de trabajo y una parte de nosotros mismos. Me gustaría complementar mi anterior post hablando de la actitud frente al trabajo, lo que hacemos fuera de él y nos ayuda a progresar.
Imagen vía Thomas Hawk bajo licencia Creative Commons
Desde el momento de la elección de unos estudios donde convertimos lo que nos gusta, o se nos da mejor en ese momento, y lo convertimos en un camino de aprendizaje primero y en una carrera profesional después. Pero pensar que nos encarrila para seguir una vía de progreso profesional sin desviaciones, ni variaciones sustanciales es poco realista.
Las formas de proceder han cambiado, la forma de trabajar, de relacionarse con la empresa y el mundo laboral ya no son las mismas que las del siglo pasado. Los estudios sólo serán una base y será tuya la responsabilidad de desarrollar habilidades que te permitan crecer dentro de la empresa y en el ámbito personal.
Resulta inevitable que el trabajo trascienda del estrictamente laboral hacia una vertiente más íntima. Habilidades como diseñar y aplicar un plan de productividad personal, desarrollar habilidades de comunicación, negociación y resolución de conflictos son activos que enriquecen nuestro perfil pero que a la vez actúan como factor transformador de nuestro carácter, o si lo prefieres de nuestra forma de ser.
No me canso de repetir – a quien me quiere escuchar – que la línea divisoria entre lo personal y profesional ya no existe. Los dos ámbitos es comunican y los elementos que actúan trascienden en ambos hemisferios. De ahí la importancia de buscar formas de canalizar el aprendizaje de nuevas habilidades fuera del trabajo, ya que nuestro rol profesional puede no aportarnos la suficiente motivación para mantenernos dentro de un proceso de cambio continuado. Busca y explota tu pasión, me refiero a una actividad que te genere interés y la suficiente curiosidad para seguir aprendiendo. Más allá del valor intelectual y práctico, uno de los beneficios que se desprenderán es un cambio a una actitud proactiva: generando interés, convirtiéndolo en acción y ésta en cambio.
En momentos difíciles, cuando el tema profesional no vaya todo lo bien que debería ir, o entre en una fase previsible y mecánica, te puedes apoyar en este área para obtener lo que te permite ampliar miras y desarrollar tus habilidades. Sentirse realizado incide en nuestro estado de ánimo y en el grado de eficiencia que somos capaces de aplicar a nuestros asuntos. La desmotivación genera una falta de predisposición por nuestros temas abiertos, traducida al plano funcional en una menor focalización e intensidad a la hora de hacer. Si el desánimo profesional y personal se desborda y pasa a otras áreas de nuestra vida podemos entra en una situación de caída o de crash anímico y funcional.
Joshua Millburn, autor del blog TheMinimalist, comenta en uno de sus ensayos la necesidad del individuo para crecer de forma continuada, de lo contrario es como estar muerto. ¿Radical? Piensa en la fruta expuesta en un mercado, tiene muy buena pinta y está en su punto ideal de madurez, pero al ser recogida del árbol ha iniciado un proceso de degradación que acabará con ella.
Si no mantenemos un proceso de aprendizaje y evolución continuado nos estancamos y en la faceta profesional quedamos en una zona de penumbra, pasamos a una posición reactiva donde esperamos la oportunidad en lugar de ayudar a generarla.
Otro ejemplo sería el del capital social, más allá de la creación de habilidades debemos hacer valer la calidad de nuestro trabajo y el ‘ruido’ que genera. Cuando dejamos un trabajo o nos reintentos profesionalmente no podemos marchar con las manos vacías. No basta con la experiencia, debemos llevar los contactos hechos durante nuestra trayectoria, consolidar la acumulación de capital social que posteriormente podamos movilizar para otros fines, implicarlos en otros proyectos. De la misma forma que aprendemos del error y creamos valor añadido en forma de experiencia, lo conseguimos ampliando nuestra malla de contactos a través de los vínculos establecidos con las colaboraciones surgidas de los diferentes proyectos.
Si te quedas con la experiencia del uso de técnicas y herramientas en un puesto de trabajo determinado, ¿porque no con los contactos o con los seguidores generados por tu actividad durante el tiempo que has estado haciendo tu trabajo?
Nuestra vida profesional y personal configura una red donde cada uno de nuestros asuntos, de nuestras áreas de atención, es un nodo interconectado con los demás que de forma directa o indirecta influye e interactúan. No podemos poner límites a los conceptos ‘trabajo’ y ‘personal’ las líneas que marcan es desdibujan. No estoy hablando de dar más importancia a unas áreas de responsabilidad más que a otras, llevarse trabajo a casa, tomarse unos días libres … hablo de mirar más allá, de intentar ver el conjunto para entender los factores de crecimiento (o desarrollo) personal trabajan junto y se lo hacen con armonía podemos conseguir una mayor eficiencia a la hora de construir un perfil profesional o conseguir nuestros objetivos.
Para poneros un ejemplo, ¿Que es aquello de su vida personal, afición o habilidad, que ha trascendido al terreno profesional? Dejálo en la zona de comentarios o a través de @davidtorne