GTD en evolución permanente

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Supongo que es la perspectiva dada por la experiencia – a pesar de no ser muy abundante – pero me doy cuenta que lo que busco cuando pienso, planifico y llevo a cabo mi actividad ya no es el mismo que buscaba al principio, mi punto de vista sobre lo que hago y cómo lo hago cambia, así como mi opinión sobre ciertos aspectos a la hora de implementar. El tiempo y la experiencia transforman como las necesidades y maduran los puntos de vista. Las siguientes líneas son un resumen de esta evolución, y un compendio de lo que te puedes encontrar en tu proceso de aprendizaje.

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Es usual empezar en esto buscando hacer más en el mismo tiempo, o sacar más partido al tiempo del que dispones… De hecho yo lo hice para finalizar más cosas de las que hacía, sin dejar a medias tantas otras, buscando control pero también madurez – sin ser consciente de ello – para escoger lo que más me convenía. Aprender a priorizar, decir no a otras personas es algo que requiere conocimiento de la propia actividad y de tus objetivos para saber cuáles son los criterios al escoger lo que tienes que hacer.

GTD me ayudó a poner orden y descargar de mi mente todo lo que tenía entre manos. Aprender a utilizar el sistema de listas, a implementar mi flujo de trabajo en los 5 pasos, e introducir el concepto de reflexión gracias a las diferentes revisiones me dio constancia. En cierto modo fue como aprender a trabajar de nuevo. Es algo menos duro de lo que parece ya que no te das cuenta de ello, la constancia y repetición te ayudan a crear los hábitos necesarios para recopilar, procesar y organizar, súmale las dos horas semanales para ponerlo todo en orden y tu nivel de preocupación se desplaza hacia arriba. Los problemas más comunes empiezan a solucionarse.

Lo mejor es obtener la capacidad para razonar sobre tus temas y sobre todo aquello que no va bien. El disgusto que supone se contrarresta con la confianza ganada en todos aquellos detalles que has ido solucionando te hace dar el paso para implementar cambios y buscar tú mismo la solución. Ser capaz de pasar de la queja a la acción es un signo de madurez y sofisticación, prolongarlo y crear un hábito es la forma para convertirte en una persona proactiva. Dejarás de esperar que el entorno te solucione los problemas y te convertirás en un factor de cambio.

Una vez encarrilado es inevitable atravesar una fase de arrogancia en la que nos vemos capaces de hacerlo todo y más. Asumimos más de lo que podemos hacer, no somos capaces de medir las consecuencias de la aceptación de nuevos retos. Cometí el gran error de introducirme en los niveles de perspectiva desplegando una estructura demasiado sobredimensionada. No me marqué demasiados objetivos, simplemente no medí el trabajo semanal que conllevaban, ni simplifique mis rutinas, y de repente me vi obligado a tomar una decisión, ¿cuál de mis frente abiertos debía abandonar?

Si uno de los secretos de la productividad personal es saber cuál es tu siguiente acción, el hecho de escoger tus objetivos representa algo similar pero a diferente nivel. Las magnitudes son diferentes, no abras un bote con algunas acciones que podrás dejar atrás, minimizando el disgusto y los recursos invertidos… Un objetivo representa una línea de actividad compuesta por multitud de proyectos y de meses o años de duración.

Es en este punto donde uno se interesa por un lado por la planificación natural, para ganar profundidad en lo que se planifica. El hecho de enfocar tus proyectos a su finalidad real, evaluándolos midiendo la satisfacción y el éxito, por lo que deben devolver y no como un proceso administrativo donde lo único que cuenta es completar las tareas y crear un entregable, hace que los errores en el planteamiento y las posteriores correcciones disminuyan y aumente la convicción de que lo que se hace es lo que hay que hacer.

Por otra parte está el hecho de concebir los niveles más altos de perspectiva como una unidad. Si trabajo coordinadamente para crear una visión de futuro y objetivos de forma racional probablemente evite descarrilar otra vez. Fantástico, el problema es que al crear una visión a cinco años vista te das cuenta de lo difícil que es. Empiezas a sentirte inseguro, las decisiones que debes tomar para llegar donde quieres llegar son difíciles y pueden cambiar sustancialmente tu vida.

Das un volantazo y te acomodes con una visión similar a lo que tienes ahora, con unos objetivos asumibles y sin pensar en lo que te vendrá mañana. El futuro es incertidumbre e incomodidad, para evitar sufrir puedes no pensar en ello y para no quebrarte puedes hacer lo que sabes que tienes que hacer.

Abriendo un proceso de reflexión para definir tus valores y propósito en la vida creando una visión completa una vez finalizado, realista pero sin renunciar a metas más intrépidas por temas de comodidad. No se trata de una anotación en tu lista de próximas acciones, más bien de un proceso abierto que dura semanas, pensando de forma intermitente y prolongada en el tiempo, recogiendo notas y sentándose ante una hoja en blanco para pasarlas a limpio. Acaba con la sensación de que has hecho un buen trabajo, que se trata de algo completo, pero flexible para incorporar todo lo nuevo que se vaya presentando.

Creo que este último punto representa mí paso más destacable hasta el momento. Reflexión a fondo, intentando crear una visión realista, asumiendo el miedo y el temor preguntándome que les genera para encontrar una respuesta que lleve a la acción y de ahí a la solución…. Más allá de la acción pero siempre volviendo a su encuentro porque se trata de la unidad indivisible de mi (y tu) actividad.

GTD como vía para crear hábitos, ordenar tu actividad y plantearte un futuro, pero también una forma para madurar a través de la reflexión, asumir el control y la responsabilidad de tus decisiones.