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Leyendo el libro de Berto Pena, mi primera lectura en papel sobre productividad personal, llegué a la figura del ídolo como vía de dinamización ante dudas o momentos difíciles.
¿Qué haría tu ídolo? Buscar un modelo y preguntarse cómo actuaría en una situación determinada para superarla.
Un modelo de puede suponer un punto de apoyo en determinados momentos, pero quiero ir un poco más allá y convertirlo en algo funcional para implantar pautas de comportamiento. Utilizarlo para implantar hábitos!
¿Quién elegir?
Seguro que tienes tus propios referentes, tus propios héroes. Soy aficionado a la literatura relativa al mundo de la empresa, pero el subgénero de las biografías nunca me ha enganchado lo suficiente para dedicar una atención más allá de una lectura muy puntual. Empresarios, emprendedores, innovadores … gente que nos deslumbra gracias a lo que hace y cómo lo hace.
En cierto punto de su biografía, o en el material adicional que busques, encontrarás cómo trabaja o cómo se han formado sus fijaciones por alguna faceta concreta de su trabajo. Leyendo la biografía de Steve Jobs me sentí fascinado por la importancia que daba al detallismo y el gusto por el acabado, así como la razones que lo fundamentaban.
Inspiración y ejemplo. Ganar en convicción para reafirmar comportamientos a través del ejemplo de una figura con autoridad.
No hace falta que sean grandes figuras que hayan alcanzado reconocimiento público, tu padre, un pariente, un amigo … Cautivar no es un monopolio de grandes figuras y grandes hazañas, la forma de ser, la proximidad, la influencia en nuestro desarrollo son factores suficientes para convertirse en un referente.
Conocer en primera persona refuerza la faceta emocional, nos permite una mayor empatía con el personaje y tener acceso de primera mano a su forma de hacer.
Si no hay nadie, o prefieres una alternativa más impersonal, el modelo a seguir puedes ser tú. No busquéis un giro hacia la autoayuda, ni a nada new age, me refiero a crear una visión de nosotros mismos a la que recurrir cada vez que generamos una situación de indecisión, o de fricción productiva. Este yo alternativo hará siempre lo más apropiado, como mínimo intentará dar una respuesta más razonada y equilibrada que las que das cuando estás ‘on-motion’.
Un yo actual puede ser poco creíble como modelo. Piensa en un yo 10 o 15 años vista, que ha ganado en eficiencia y ha aumentado su capacidad para autogestionarse.
Cómo hacerlo?
Se trata de un conjunto de pasos a utilizar para reconducir una situación que se ha salido de madre, o que crees que no puedes afrontar con garantías
El primer paso es ser capaces de identificar el problema, tomando una distancia de la situación para no ser arrastrados por ella. En segundo lugar generamos una pausa para sosegarse si es necesario, y cargamos el programa de acción…
Si es una situación compleja ponemos nuestro héroe en contexto, reproduciendo la situación desde un punto inicial para intentar dilucidar el ‘cómo actuaría’. La solución no va más allá de una parada en lo que estamos haciendo para conseguir un margen para asentar una breve reflexión en calma, aplicando un conjunto de pasos simples para desatascar y seguir adelante.
Me resulta útil en el trabajo para replantear problemas que se acaban enquistando a causa de un mal planteamiento, o una mala especificación. En el plano personal lo he utilizado desde una vertiente más analítica, para ver los errores cometidos en el trato con alguien. En este caso, cuesta dar el paso de identificar correctamente el problema de forma desapasionada para ser lo más asertivo posible en la respuesta.
En situaciones simples como rechazar un cigarrillo, decidirte a ir o no al gimnasio, plantear un problema a tu jefe … para ello sólo necesitas calma y generar una imagen mental de lo que hay que hacer y dar la respuesta. Para dar veracidad genero una imagen mental de cómo iría la situación, y me limito a la reproducirla. El hecho de ser situaciones despreciables hace que sea sencillo y poco costoso sacarlas adelante con poca exigencia.
El valor se genera por la acumulación de decisiones correctas a tu favor. La repetición en la actuación te refuerza ante una nueva situación similar, te aleja progresivamente de tu anterior hábito y comienza a fundamentar uno nuevo.
En cierta forma es una manera de despersonalizar el conflicto y mirarlo desde la distancia. Mantienes el contexto pero eres capaz de generar una respuesta en frío y no dejarte arrastrar por las circunstancias. Es poco ortodoxo, pero un recurso efectivo para maniobrar en callejones sin salida, reconduciendo situaciones sin caer en la frustración.
Imagen vía The Uprooted Photographer bajo licencia Creative Commons