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Hace diez años empecé a escribir sobre productividad personal. Al menos merece un post conmemorativo pensé. Más allá del placer de escribir, razonar y experimentar sobre la materia, el blog se convirtió en un medio para vivir nuevas experiencias.
«Cuando miro atrás siento una mezcla de orgullo, satisfacción y regusto amargo»
10 años son muchos años, muchos posts, muchas horas invertidas… quizás demasiado.
Me quedé fascinado por la temática gracias al talento para comunicar de Berto Pena. ¿Podía ser la productividad personal una forma para hacer realidad todos aquellos castillos en las nubes que proyectaba, perseguía y la gran mayoría de veces se desvanecían dejando insatisfacción y piezas inconexas?
No, no fue así. No soy una persona tan profunda, ni ahora ni hace diez años. Empecé el blog porque me gustaba escribir y porque era gratuito. Internet pone todos los recursos al alcance de la mano, sin coste económico ni personal, no hay nadie que juzgue a un desconocido.
Cuando empiezas pasas desapercibido, una nueva gota en un océano.
Nunca he pretendido enseñar nada a nadie y desde el primer día he intentado dejar claro que el blog era una especie de experimento personal para asentar un proceso de aprendizaje. Una forma para ayudarme a razonar.
Pero claro, a todo el mundo le gusta que le den un poco de «casito».
15 minutitos de fama
Vivo en Lleida y terminé conociendo a Jeroen Sangers, autor de El canasto uno de los primeros blogs sobre productividad en lengua castellana.
Fue un encuentro en una de estas reuniones de emprendedores, para que después digan que no sirven para nada. Él me ayudó a llegar a más gente compartiendo mis post, de ahí se abriéndome su blog a alguna publicación como autor invitado.
A la gente le gustaba lo que escribía y lo hacía con pasión. Podía escribir dos post por semana, mucho más cortos que los de ahora y colaboraba con un sinfín de páginas en las que escribía como autor invitado. Tenía tiempo para todo y no me agota, estaba entusiasmado.
Nunca entendí la repercusión que tuve el blog en sus mejores tiempos. He llegado a tener un blog en Men ‘s Health, escribir en una publicación digital como Vía Empresa o intervenir en un programa de RNE.
Uno de los retornos más inesperados y fantásticos fue el hecho de conocer gente con intereses comunes y pasar a formar parte de una comunidad con las que de vez en cuando tienes la oportunidad de quedar y compartir.
Si haces cosas te pasan cosas
El blog me ha servido de plataforma para vivir situaciones que de otra manera no hubiera vivido. Desde los encuentros con gente de la comunidad bloguera hasta plantearme dar un salto para convertir esto en mi profesión.
Somos un grupo de personas los que escribimos sobre productividad, sobre GTD, hábitos y toda la mandanga. Era inevitable que nos acabáramos encontrando. Primero con unas jornadas sobre GTD que por desgracia no se han vuelto a repetir y después con los #cafeyproductividad, este último solo para miembros de la comunidad.
Es estimulante conocer a personas con intereses similares pero con proyectos diferentes. Aquí es donde empecé a pensar si el de blogger podría convertirse en algo más.
He dispuesto de oportunidades en forma de mentoring o formaciones uno a uno. Algunos muy satisfactorios, otros erráticos.
Se han presentado oportunidades de hacer formaciones formales o de unirme a la red OptimaLab con José Miguel Bolívar y otros compañeros del grupo. Para mí ha representado un dilema. El hecho de que pudiera afectar mi actual actividad profesional ha sido el motivo – o el pretexto – para no seguir adelante.
Como dice José Miguel las prioridades no se fijan ni se eligen, se tienen.
Si haces cosas te pasan cosas. Si hubiera hecho más me habrían pasado más pero mirar atrás para arrepentirse de nada sirve. Esto es una de las cosas que he aprendido durante estos últimos 10 años.
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Me gustaria escribir menos pero mejor. Me gustaría ordenar el contenido y hacerlo más funcional. Me gustaría seguir con ello atendiendo mis otro obligaciones y compromisos.
Este proyecto me ha cambiado. A cambiado la forma de ver las cosas, mi actitud ante la vida.
Me parece que vale la pena mantenerlo vivo al menos un año más.
Photo by Jorge Ibanez on Unsplash