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A propósito de un post en el blog un cafelito a las 11 he decidido dedicar unas líneas a reflexionar sobre mi recorrido profesional, y como ciertas carencias en mi formación, sin ser algunas de ellas explícitamente del ámbito docente, han afectado mi capacidad para desarrollar mis habilidades. Una autocrítica y un ejemplo de cómo decisiones aparentemente irrelevantes pueden cargarnos con lastres de los que cuesta desprendernos. Lo he sintetizado en 4 puntos que ilustran bastante bien y con los que – poco o mucho – todos nos podemos sentir identificados.
Saber hablar en público. Saber exponer mis ideas oralmente, y más concretamente, saberlas exponer ante público. Oratoria. No dejaría escapar ninguna posibilidad de hablar en público, ya fuera en presentaciones en clase o apuntándome a actividades extraescolares que implican comunicación con una audiencia, como por ejemplo un grupo teatro. Lo ideal hubiera sido un curso de expresión oral o un grupo de debate, pero son actividades que resultaba difícil encontrar dentro de los programas de educación secundaria de la época.
Empatía y habilidades sociales. Siempre he sido una persona cerrada e introvertida, lo que me ha acarreado más de un problema en mi profesión. Desde que descubrí mi atracción por el mundo de la programación, la tendencia se acentuó. No perdería la oportunidad de participar en cualquier actividad que representase contacto con otra gente, y a ser posible de un entorno diferente al mío. El contacto con otros refuerza nuestras habilidades sociales, nos da a conocer nuevos puntos de vista y aumenta la seguridad en nosotros mismos.
Mejorar mi uso de la lengua. No sólo a la hora de aprender un idioma extranjero, también con las lenguas propias, catalán y castellano. Hoy en día quien no domina el inglés es un iletrado, tienes problemas para consultar información técnica, te cierras la puerta a lecturas i fuentes de información interesantes y otro tipo de recursos. El inglés se ha convertido en el idioma del mundo global. Pero más allá de la evidencia remarco la necesidad de tener un extenso dominio en nuestras lenguas, tener un mayor abanico de vocabulario y recursos de los que no dispongo, un hecho del que me he dado cuenta al escribir en este blog. Me falta un mayor conocimiento de nuestra ortografía y de las técnicas de escritura.
Valerme por mí mismo. O en otras palabras, no tener que depender de terceras personas para hacer mi trabajo. Durante mis años de estudio estuve tutorizado por profesores particulares y realicé mis tareas de estudiante asistiendo a academias. No me malentiendan, es algo efectivo durante una cierta etapa de la vida, pero llega un momento en que uno tiene que aprender a trabajar por sí mismo y asumiendo sus responsabilidades. Hacerlo representa recorrer un camino donde se descubre el mecanismo del esfuerzo – recompensa, mientras que demorarlo nos empobrece alejándonos de nuestras metas.
Poco a poco he ido dándome cuenta de mis carencias, admitiéndolas y corrigiéndolas (este último paso aún está en progreso). De los cuatro problemas planteados, hay 3 relacionados con la comunicación. Cada vez que estoy en una exposición de un proyecto o una sesión de networking donde no sólo se trata de hablar, sino más bien de conectar con la persona o el público que tienes delante, me doy cuenta que mis engranajes chirrían, no tengo la habilidad, la empatía, la flexibilidad que se requiere. La solución es bastante simple, practica, practica, practica, pero me queda la sensación de que si mi aptitud durante mi formación hubiera sido diferente, pensando en el largo plazo y adquiriendo no sólo conocimiento técnico, tal vez una buena parte de este camino ya se habría andado.