Convertir lo que estás haciendo en algo que te apetezca hacer

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Percibimos el trabajo como una obligación. Me da igual que me digas que haces lo que te gusta, es una obligación y aunque el tiempo te pase volando, habrá épocas malas en las cuales  costará hacer frente a tus obligaciones. Para todos aquellos para quienes el trabajo es solo un vehículo para ganarse la vida, serán más habituales aquellos momentos en que sólo quieran cumplir su cuota de horas e irse a tu casa. Hacer lo suficiente y desconectar… Son momentos donde vale la pena descubrir el disfrute en el trabajo, crear una productividad a través del estímulo y el reto. Una forma de convertir lo que estás haciendo en algo que te apetezca hacer.

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El primer punto a destacar es la necesidad de una actitud constructiva y abierta para aceptar este punto de vista. Si nos recreamos en nuestra desgana, en la queja, nos alejamos de la proactividad necesaria para convertirnos a nosotros mismos en factor de cambio de nuestra realidad. ¿Cómo hacerlo? A través de pequeños cambios, mecanismos que erosionen el tedio que ocasiona la desmotivación y que nos ayuden a girar la tortilla:

El problema como reto

Un hábito se implanta en nuestras pautas de comportamiento a través de la repetición. Esto vale para los buenos hábitos, pero también por los malos. Si pasas por una mala época donde cada vez que coges el teléfono te encuentras un problema, y después del primer momento lo conviertes en una queja, o se traduce en una caída de tu ánimo, corres el riesgo de automatizar el proceso. Cuando suene el teléfono te quejarás o te desanimarás directamente, sin necesidad de descolgar. Peor aún, puede que te pases el día esperando recibir la notificación de que hay algo que no va bien, impidiéndote concentrarte, focalizar, y trabajar como tú sabes.

El reto es invertir la polaridad de la situación. Convertir la tristeza de la situación en emoción para hacer frente a un nuevo reto…  Paso a paso. En primer lugar aplica las técnicas básicas para gestionar el flujo de trabajo. No dejes que la interrupción te altere. ¿Es necesario que lo atienda ahora? ¿Interrumpe el flujo de trabajo de quien me ha hecho la petición? ¿Puedo darle una solución temporal? Si todas las respuestas son SI, hazlo, si no envíalo a tu Inbox y de ahí a tus listas. Continúa con lo que estás haciendo y cuando toque ya lo atenderás. Tú eres el que manda y controlas tu rutina.

El segundo punto para considerarlo un reto, es aplicarle la medida justa de planificación para convertirlo de problema a proyecto. Aplica una dosis suficiente de planificación, identifica el objetivo y los propósitos que moverán las acciones a aplicar, ¿Que se debe cumplir para cerrar el asunto? Una vez contestada la pregunta y los puntos anteriores podrás decidir las acciones aplicar y actuar en consecuencia. Cuando lo consigas pasarás de ser una persona encuentra una salida a un problema, a un profesional que encuentra una solución. La satisfacción a la hora de cerrar el asunto aumenta, al igual que tu confianza.

Buscar pequeñas emociones

Las tareas que realizamos de forma cotidiana pueden ser cómodas, pero a base de repetirlas se convierten en aburridas. Si empiezas un curso para mejorar tu capacitación profesional, a pesar de iniciarlo con entusiasmo acabarán generando resistencias a causa de tener que dedicarle tiempo y esfuerzo constante.

Necesitas dinamizar tu rutina para generar un aliciente que te haga desear afrontar tu jornada, en lugar de colocar-te en una situación conformista donde miras periódicamente cuando falta para ir a tu casa. Para ello tendrás que localizar aquellas actividades ordinarias, y a priori sin interés, de tu día a día y convertirlas en algo destacable. Si realizas un curso de formación, encuentra la forma de aplicar en tu día a día parte de lo que aprendas, buscando la forma de trabajar mejor. Para mí representó un revulsivo aplicar las técnicas de productividad personal a mi trabajo. Una locura personal que ha servido para convertir el ruido y la histeria en la que vivía, en algo más ordenado y sensato. Más allá de cambios radicales, puedes marcarte el reto de identificar lo que sobra o perjudica a tu rutina e intentar cambiarlo: trabajar por contexto, realizando las llamadas o contestar correos todos a la vez.

Pregúntate si hay alguna tarea en especial que te resulta satisfactoria y por qué. ¿Es por cómo lo haces? Puedes aplicar los principios de acción a otro tipo de tareas menos brillantes… ¿Es la gente con la que la haces? Puedes trabajar con ellos, o implicarlos en cuestiones para ti menos satisfactorias… ¿Hay alguna persona en tu entorno o tarea a tu alrededor, que te permita aprender? Preocúpate de hacerlo caer a tu círculo de influencia.

Romper la rutina

Como contrapunto, haz que pasen cosas excepcionales en días convencionales. Queda con un amigo que hace tiempo que lo vas. Haz algo que harías un domingo en lunes, o un viernes en un martes. Me gusta pasear, y a menudo lo dejo para el fin de semana, trasladarlo a un día al inicio de la semana me ayuda a recordar que las cosas que parecen importantes a veces no lo son tanto. Si algún día vienes a Lleida y quieres desconectar, ven a pasear al lado del río.

Un contrapunto para que te ayude a esperar a que llegue ese día con ilusión. Hará que vivas de forma diferente el tiempo que estés trabajando, es como lo que dice Punset sobre la felicidad, que ésta se encuentra cuando busca. Empezarás a vivir esa sensación de emoción mientras esperes el momento especial que has planificado.

¿Cuáles son aquellos problemas que te queman y te hacen perder la ilusión, y qué medidas aplicas para acabar con esta sensación? Deja tu comentario y ayúdame aprender más, a encontrar nuevas soluciones prácticas. Si aún no has encontrado la solución a tu problema, plantéalo y entre los lectores y yo mismo intentaremos darte una respuesta