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Hace tiempo que quería escribir sobre el concepto de cultura productiva y si me permitís hoy cambiaré mis post prácticos para algo que se acerca más al ensayo y la opinión. Una cosa es la productividad personal, dentro de la cual desarrollamos una serie de hábitos e integramos métodos que nos permiten ser más eficientes en nuestra vida diaria. Sintetizando, podemos decir que racionalizan nuestra actividad permitiéndonos recuperar el control. La cultura productiva va más allá, ya no es cosa del individuo sino del colectivo, cómo se integran y se transmiten las diferentes capacidades de cada uno entre el grupo para crear una forma de trabajar, de producir y de vivir con rasgos comunes y distintivos.
Imagen vía lululemon athletica bajo licencia Creative Commons
Una premisa que sirve tanto para las buenas como por las malas prácticas, adoptadas, transmitidas y popularizadas hasta formar parte de nuestro ideario colectivo. En las siguientes líneas hablo de ciertos aspectos que nos ayudarían a configurar una nueva cultura productiva.
Como mencionaba la semana pasada todavía vivimos en un entorno productivo rígido en el que se valora por encima de todo el presencialismo y las horas trabajadas. Ocho horas o más en la oficina, de lunes a viernes te convierte en un buen trabajador… Desde el prisma de la productividad personal he aprendido que lo realmente importante son los resultados.
Entiendo que existe una resistencia al cambio, si estamos trabajando de la misma manera desde hace años y nos va bien, ¿porque cambiar? El cambio tecnológico ha llevado nuevas formas de trabajar y de relacionarse, flexibilizando la comunicación y simplificando procesos. Es posible que no trabajes en el ámbito de las TIC pero seguro que las usas y te han cambiado, productiva y socialmente. Son cambios de tal profundidad que es inútil ofrecer resistencia, aunque rechaces lo nuevo te acabará arrastrando.
Con la nueva concepción de la productividad y de cómo realizar nuestro trabajo pasa algo similar, la rigidez y la estabilidad están siendo gradualmente sustituidas por la flexibilidad y nuevas formas de organización – como las redes de profesionales – que ya no están sujetas a un contrato con una remuneración y unas condiciones estrictamente establecidas. En un marco diferente rigen normas diferentes.
El primer gran cambio es la llegada del objetivo como guía en nuestro trabajo. Un cambio de paradigma donde ya no es tan importante administrar el tiempo cumpliendo con un cupo de horas, que planificar y distribuir el trabajo para llegar a una meta. ¿Qué hacemos ahora cuando acabamos nuestros temas prioritarios? Buscar a otros para llenar lo que nos queda de jornada. Imagínate trabajar en un entorno que en una situación así te permitiera pasar a asuntos personales que debes atender. Pasamos del estar X horas en un lugar determinado a conseguir que las cosas se hagan.
Transformaría completamente nuestra forma de vivir el trabajo. Se crea un ambiente propicio para focalizar en los problemas a resolver, para interesarse en cómo planificar y organizarse mejor, todo por una simple cuestión de incentivos: Cuando mejor trabajes más rendimiento podrás sacar tu tiempo (no el tiempo que trabajas para la empresa). Pasamos de vivir de una forma pasiva, reaccionando ante los problemas que surgen, a una más proactiva. Me atrevería a decir que seríamos más conscientes de nuestras responsabilidades y de lo que implican nuestros compromisos.
Lo realmente importante es el traspaso del control del trabajo y de las responsabilidades al individuo, para que sea él el que se organice obteniendo el máximo rendimiento. No todos pueden asumir de buenas a primeras un cambio así, se necesita un proceso formativo y de adaptación para que no termine en drama.
En otro grado queda la implantación a través del sistema educativo. Es aquí donde se daría el gran salto. Convertir las técnicas de organización y productividad personal en parte del programa formativo. Cuando empecé a implantar GTD, el hecho de percibir una mejora inmediata motivó que creciera mi ánimo para hacer algo más, para ser más asertivo a la hora de trabajar, para no hacer cosas en vano. Algo aplicable a todo el mundo, una percepción que podría potenciar el interés por trabajo que realizan los estudiantes en la escuela.
¿No enseñamos técnicas de estudio? ¿Porque no podemos enseñar técnicas de organización?, Enseñar a focalizar, transmitir el compromiso que representa el trabajo por uno mismo y con los demás. Se trata de educar a los que vendrán para que sepan priorizar lo que es importante en cada momento, y no me refiero sólo al trabajo, para que sean eficientes y no se vean ahogados por la actividad acabando con estrés y ansiedad. Enseñarles y ayudarles a obtener una mejor calidad de vida.
Para mí productividad personal es ganar calidad de vida a través de un compromiso real con los asuntos de uno mismo. Soy realista y aun sabiendo que hay mucha gente interesada en el tema a día de hoy, el cambio que buscamos todavía no se está trasladando a un nivel organizacional.
Me gustaría que me ayudarais a encontrar los inconvenientes que impiden que haya este cambio de cultura productiva, enumeremos los mismos y hablemos sobre ellos. ¿Creéis que se puede implantar en la escuela este tipo de formación? ¿Que impide a su empresa trabajar por objetivos? ¿Qué inconvenientes veis en una organización que trabaje tal y como menciona el post? ¿Para que esta resistencia a flexibilizar el lugar de trabajo?
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