Aquesta entrada també està disponible en: Català
Cuando hablo de productividad personal lo hago pensando en el cambio. Un cambio de paradigma en el mundo profesional y en una vertiente más íntima. Hacer las cosas diferentes suele empezar por pensar y concebirlas de forma diferente, y este cambio acaba teniendo consecuencias al nivel de nuestras acciones. En las siguientes líneas hago un review de lo que nos detiene a la hora de tomar decisiones y pasar a la acción, una serie de obstáculos o características clave – si lo quieres ver así- para convertirte en un sujeto del cambio.
Imagen vía Steve Rhodes bajo licencia Creative Commons
Descartamos llevar a la práctica ideas simplemente porque están fuera de nuestro alcance, o eso es lo que creemos. Muchas veces para cambiar nuestra forma de actuar tendremos que cambiar nuestra forma de pensar. Leyendo un post del coach Alfonso Medina, me di cuenta que el primer error es no tomar la decisión de empezar a caminar, desestimar una acción por el simple hecho de creer que no podemos llegar donde nos proponemos. El hecho de pensar que haríamos si pudiéramos hacerlo posible, nos empuja a cruzar esa línea que hemos trazado de forma inconsciente entre lo imposible y lo que es difícil.
Una vez superado el primer escollo debemos dar un segundo paso igual de difícil, pasar a la acción. La planificación sobre papel supone formalizar nuestro deseo, perder el miedo a salir de nuestra zona de comodidad, a hacer cosas nuevas y estar dispuestos a equivocarnos, es una suma de valor y destreza. Valor para lanzarnos a lo desconocido, aunque sea un hito insignificante, y destreza para implementar los cambios de tal forma que no se nos haga una montaña al hacerles frente. Si dispones de un método eficiente de trabajo, de una técnica de organización personal que te permita controlar tu actividad y fomentar los hábitos correctos, todo será más sencillo.
«Marcarte un objetivo y desglosarlo en multitud de proyectos de menor tamaño, y éstos en acciones lo hace mucho más manejable» –El método te enseña cómo llevar tu idea a la práctica
Cuando pasamos a la acción a menudo nos encontraremos el error. Aprendamos a valorarlo sin dejar que nos arrastre a la decepción y al abandono. El error nos aporta un valor en forma de experiencia que no podemos captar a través de ninguna otra vía. No es únicamente el conocimiento de saber lo que tienes que hacer -y lo que no- en determinadas situaciones, también es conocer tu comportamiento, tus emociones y respuestas en los momentos difíciles. De la misma forma que la practica arraiga en tu memoria el conocimiento con más firmeza, el aprendizaje en forma de experiencia – combinando emoción, cognición y saber – se consolida de forma más eficiente. Es así como el error extraído de una situación real se transforma en un valor que no se erosiona con el tiempo, ni con la falta de uso.
«Si quieres ser bueno en algo no pares nunca de equivocarte, tanto valor tienen los resultados obtenidos como lo que aprendes durante el proceso»
Para adoptar la mentalidad de que las cosas sucedan, que se hagan no basta con vencer los perjuicios y el miedo que nos impiden pasar a la acción, tenemos que controlar nuestra actividad encontrar un equilibrio… Por ejemplo dedicarnos en exceso a la planificación puede alejarnos de nuestras metas. No encontrar el equilibrio entre la planificación y la acción es uno de los handicaps más comunes para no adquirir un ritmo continuado de trabajo, que se interrumpe de forma continuada por temas de intendencia o revisiones de la planificacion preestablecida.
Te recomiendo marcarte un tiempo específico para dedicarlo a la revisión de tus asuntos y la planificación de tus proyectos a corto plazo. GTD me permite saber que tengo que hacer, me ayuda a escoger los siguientes asuntos de los que me he de encargar, de cómo deben planificarse y como se revisarán.
Te interesa esta focalizado en el que tienes entre manos en este momento, no en lo que tienes que hacer la próxima semana o al finalizar el proyecto actual. De la misma forma que eliminas distracciones reduce tu lista de objetivos, proyectos y acciones al mínimo indispensable. Sólo lo que tienes que hacer, de esta manera tu atención no se dispersará en aquellas acciones con una vertiente más lúdica y placentera, lecturas, búsquedas en la red, acciones con un fondo creativo con las que disfruta más. Integrar la obligación y las tareas menos agradecidas en nuestro flow, llevándolo a cabo de forma natural nos permitirá completar proyectos y alcanzar objetivos sin el peligro de quedar estancados en las tareas más grises.
Para un cambio de mentalidad es necesario adquirir el método, los hábitos adecuados que se desprendan y sobre todo no parar de aprender y equivocarte.
Os he de confesar que el proceso que he seguido yo ha sido el inverso, a partir de las pequeñas acciones y proyectos he ido fomentando unas ganas de hacer y de aprender que me han llevado a encontrar y conocer en profundidad un método y una vez conseguido el control de mi día a día he saltado – o lo intento-a niveles de decisión más altos. La acción ha cambiado mi mentalidad, el feedback positivo y los beneficios que me ha aportado me han permitido reforzar mi convicción para seguir adelante con este proceso.
Y tú ¿te consideras una persona con capacidad resolutiva? ¿Qué es lo que te ha ayudado a cambiar tu forma de actuar? ¿En tu opinión es la acción o la voluntad lo que cambia la actitud de una persona delante de sus asuntos? Déjame tu comentario o envía-me a @davidtorne