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Este último año ha estado marcado por cambios en la percepción de la actividad y las necesidades de autogestión en primera persona. Desde simplificar mi actividad para no hundirme en un mar de tareas que ocupan y desgastan en exceso, dejando de lado aparatosas planificaciones a años vista volviendo a navegar en el día a día sin la obsesión de una meta a cuestas.
Como blogger he reducido mi presencia a la página personal publicando un post quincenal, recuperando mi newsletter sobre productividad personal a partir de enero, alejándola de florituras que a veces caracterizan los post del blog y centrándola en soluciones prácticas. Por otra parte continúo con mi blog Haz que funcione de la revista Men’s Health España hablando de productividad personal, eficiencia y tecnología aplicada de una forma más relajada que aquí.
Se acabaron las colaboraciones estables, sólo cosas puntuales. Es una pena por el disfrute proporcionado por algunas de ellas, como en Yoriento hablando sobre Evernote y mi publicación mensual en el blog de Facilethings.
Se ha apagado mi pasión desenfrenada por la tecnología y su uso como vía para asegurar una mayor eficiencia. En ciertos momentos me he apartado completamente del uso de dispositivos y computadores, ocho horas al día frente a un monitor quemándome las cejas, solucionando problemas y gestionando mi frustración ante los diferentes inconvenientes de un entorno digital que rompe continuamente el flujo de trabajo es más que suficiente. En ciertos momentos me he llegado a ver como un ludista moderado.
Uno de los mejores post que he escrito durante el año trataba sobre nuestra relación con la tecnología y de como la convertimos en un generador de tiempo basura. Su omnipresencia en la rutina diaria como solución fácil a los momentos de aburrimiento, la facilidad de uso de los medios móviles para ofrecer todo lo que deseamos en cualquier momento, la saturación cognitiva provocada al copar la memoria inmediata de basura, robando espacio a cuestiones con importancia real … Todo termina en un despropósito de micro-interrupciones del flujo de la atención y una sensación continuada de insatisfacción.
Paradójicamente como profesional – soy programador de aplicaciones de gestión empresarial – he trabajado en un proyecto apasionante que me ha reconectado con la pasión por la programación, gracias a su grado de innovación y por la oportunidad de desplegar de forma amplia mis conocimientos. Trabajamos en la creación de un sistema de introducción de datos en un ERP sin la entrada manual por parte del usuario… Sin esperarlo me he visto construyendo algo muy Evernote…
La máquina o el algoritmo como sustituto de la persona en las tareas automatizables, si una pyme como la mía se dedica a ello es que ya no es tendencia sino realidad. Llevo años leyendo con atención sobre el tema, a Marc Vidal y su relato en primera persona, a gente como Joan Tubau que intentan explicarnos la necesidad de abrazar la incertidumbre y la importancia de entender los mecanismos del mercado.
Termino el post volviendo a la productividad personal. Después de profundizar en el método o en el uso de algunas herramientas, me queda generar la misma intensidad en el cambio de hábitos. Saber cambiar para adaptarse a un entorno dinámico y en continuo movimiento …. Mejorar la atención, aplicar los métodos de trabajo de una forma estricta, entrenar el autocontrol, acabar con las interrupciones … Leyendo Leo Babauta uno se da cuenta que es posible sistematizar esto y aplicarlo como proceso de mejora continua del individuo.
Creo que la posibilidad de implementarlo puede ser un salto adelante equiparable al que en su día fue el hecho de entender la necesidad de ser ortodoxo y no salirse de la pauta al aplicar GTD. No me refiero a convertirlo en un cambió de la forma de hacer sino en una vía de cambio del comportamiento.
Espero poder compartir lo que saque de estos procesos igual que he compartido mi cambio de visión durante este año o como lo llevo haciendo desde que empecé con este proyecto.
Qué tengamos un gran 2015 ;-)
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