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Uno de los beneficios que me reporta el trabajo hecho para la mejora de mi productividad personal es un cambio de actitud ante los asuntos a resolver, y en mi vida en general. No nos damos cuenta, pero muchos de nosotros hemos desarrollado una forma de ser y de actuar pasiva, manteniéndonos a la expectativa ante las situaciones difíciles y los problemas, esperando ver cómo evolucionan o si algún factor externo ayuda a solucionarlos. Con el tiempo he ido aprendiendo que hay situaciones que pueden cambiar nuestra actitud, nuestra forma de ver las cosas y en consecuencia, nuestra forma de hacer
Me gustaría dedicar unas líneas a repasar tres cosas que podemos hacer para arraigar una actitud proactiva. Situaciones para convertirnos en ‘solucionadores de problemas’. Al alcance de cualquiera y de sentido común
Imagen vía Paul Mayne bajo licencia Creative Commons.
Primer paso: Controla tu actividad
Yo lo hice con GTD. Implantar una metodología que nos permita controlar nuestra actividad, nuestros proyectos y objetivos hace que se genere un interés por los asuntos que nos incumben, para solucionarlos. Creamos un mecanismo para identificar lo que puede convertirse en un problema y actuar en consecuencia para evitarlo. Una vez solucionada la problemática del día a día, cuando ya hemos conseguido controlar la rutina, pasamos a un segundo estadio donde nos marcamos objetivos más ambiciosos – en uno o dos años visado – y donde elaboramos aún más el mecanismo para crear un plan de trabajo , ponerlo en práctica y aplicar las correcciones necesarias para gestionar imprevistos y otros cambios.
Me ha permitido pasar de estar a la expectativa, ser una persona que se escondía ante los imprevistos (marrones), a ser parte activa al buscar una solución. La productividad personal incentiva la acción ante el problema en lugar de la evasión.
Segundo paso: Buscando círculos proactivos
No es ningún secreto que el entorno te influye. Si nos rodeamos de personas proactivas, nos interesamos por lo que hacen y creamos puentes de colaboración para trabajar con ellos, esa chispa que salta cada vez que compartimos nuestra experiencia y actividad puede prender y crear una llama que nos empuje también a nosotros. El ejemplo clásico es el de los emprendedores, ¿Cuál es una de las cosas que haces cuando te quieres tirar a la piscina y crear tu propio negocio? Buscar experiencias similares, asistir a eventos donde emprendedores comparta su conocimiento.
He vivido situaciones donde compañeros de proyecto me han introducido en metodologías o ayudado a adquirir hábitos que han mejorado mi calidad como profesional. Según qué compañeros de viaje elijas tu pericia y confianza mejorará. Si se convierten en modelo a seguir te catalizaran su proactividad.
Tercer paso: Hazlo con pasión
Trabajar sin motivación es un factor añadido de dificultad. A lo largo de mi vida me he volcado en trabajos que me apasionaban, intentando aprender todo sobre el tema y focalizando en él mi atención hasta un punto que condicionaba otros aspectos de mi rutina para hacer lo que me gustaba. Esto implica dedicación, incrementar conocimiento y experiencia, y una predisposición a implicarnos en los asuntos que nos permitan cultivar ello. La clave está en descubrir lo que te apasiona y aplicarlo en tu profesión.
Para el resto de proyectos y trabajos sombríos, sin ningún atractivo especial, intento buscar que es lo que puedo sacar, en forma de aprendizaje o de experiencia, todo para intentar generar ganas de hacer. Si aún así sigue sin funcionar me remito al primer punto, a las técnicas de gestión del flujo de trabajo, para convertir un trabajo tedioso en algo más digerible.
Son tres situaciones que pueden actuar como disparador de un cambio de hacer y a la larga de ser. ¿Qué crees que puede cambiar la forma de actuar de una persona? No me refiero a implantar un hábito si no a algo de un alcance mayor, un cambio de actitud, ¿Te ha sucedido nunca? Si eras alguien pasivo ante el cambio y has cambiado me gustaría saber el porqué y el cómo. Yo, como siempre, quedo a la espera de tu comentario ;-)