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En los entornos estáticos donde nos movíamos ‘antes’ el trabajo estaba bien definido y existía una línea dividiendo de forma clara que era responsabilidad nuestra y que no. A día de hoy los roles se desdibujan y tu atención se dispersa al mismo ritmo que las innovaciones tecnológicas multiplican los inputs recibidos, y eliminan las barreras de acceso a la información.
Aunque no te hayas dado cuenta eres un individuo con necesidades más sofisticadas y cambiantes. Empiezo una serie de posts sobre nuevas habilidades para mejorar la adaptabilidad al medio y la productividad, empezando por la implantación de nuevos hábitos.
¿Por qué focalizar en algo tan extraño como cambiar mis hábitos? Tienes que cambiar la mentalidad construida a través de un sistema escolar que te preparaba para incorporarte a una economía industrial que ya no existe, lo que era estático y no requería de nuevas formas de actuación ahora es dinámico y requiere de una adaptación en caliente prácticamente persistente.
Cuando más mayor más rígido frete al cambió, pero aunque seas un joven – nativo digital – que se siente fuerte ante las nuevas tecnologías y los retos actuales, pero la marea sube más rápido que antes y seguro que tendrás que hacer frente a giros más bruscos que los de tus predecesores. No bajes la guardia y prepárate, esto también va por ti.
Las necesidades cambian y de la misma modo que intentamos satisfacerlas a través de nuevas herramientas o conocimientos, surge la necesidad adecuar la forma de actuar a un entorno diferente donde la incertidumbre son los principales referentes. Ciertas pautas facilitarán la creación de nuevos hábitos siendo el primer peldaño para convertirlo en un proceso de mejora continuada:
Ser consciente del riesgo de fracaso
Cuando intentas cambiar de hábitos acabas abandonando y volviendo a las viejas costumbres. No calibramos bien el alcance de lo que intentamos cambiar y la resistencia generada por hacerlo de diferente modo se termina transformando en una aplicación más relajada, en tomarse pequeñas licencias en el rigor deseado y finalmente en una restauración de las anteriores malas costumbres. ¿Por qué sucede? Falta de convicción, intentar implantar cambios demasiado amplios, giros demasiado radicales o para llevar varios a la práctica …
Atomiza las modificaciones en tu rutina para hacerlas asumibles
Los pequeños cambios son más sencillos de aplicar, hacerlo secuencialmente de uno en uno durante un periodo en que el nuevo comportamiento tenga tiempo de pasar de ser extraordinario a algo normal y no iniciar la implantación de ninguna otra modificación hasta que esto suceda .
¿De verdad quieres leer más? ¿Dedicarás una hora cada día después de volver de trabajar en la lectura? No sería más sencillo dedicar 15-30 minutos e ir subiendo un cuarto de hora cada quince días?
Se dice que un nuevo hábito se consolida después de 21 días … La integración se producirá cuando ya no y lo percibas como algo ajeno o externo.
Secuenciación y repetición
La creación del hábito se basa en la repetición de las acciones a realizar hasta asimilarlas. Antes de lanzarnos a hacer algo, sobre todo si se trata de una tarea compleja creamos una lista de control para utilizarla cada vez que llevemos a cabo la actividad. Puntear la lista nos permitirá realizarla siempre de la misma manera, ayudando a convertirlo en costumbre y facilitando su aprendizaje.
Para realizar una revisión semanal – seas practicante de GTD o no – lo mejor es crear un checklist para no saltarse ninguna de sus puntos. El hecho de marcar cada uno de los puntos se convertirá en parte del proceso y nos ayudará a motivarnos para llegar hasta el final.
Repetir de forma mecánica cada acción facilita convertir este nuevo elemento externo, primero en una nueva costumbre y después en parte de la propia rutina.
Quien persiste acaba triunfando
A veces las cosas se van a la mierda y ya está, el ser humano es débil y hay momentos donde se baja la guardia o se rebaja la tensión. Si no estás familiarizado con un proceso como el de implantación de nuevos hábitos no estarás habituado al rechazo generado por cualquier cambio en las rutinas ya asentadas, sobre todo aquellas que suponen perturbar la comodidad de tu rutina.
Si intentas levantarte temprano para ir al gimnasio, leer o dedicarte a tu side business es posible que gradualmente retrases la hora de levantarte hasta el abandono definitivo.¿ Por qué ha sucedido? ¿Cómo lo puedes evitar? No se trata de llorar ni de sentirse mal sino de decidir cómo continúas adelante.
Encuentra un vehículo para implantar hábitos de forma implícita
Aplicando una metodología de productividad personal integrarás una gran cantidad de hábitos en tu rutina sin focalizar de forma explícita en cada uno de ellos. Cuando empecé a poner en práctica GTD empecé a recopilar, procesar, organizar y revisar mis asuntos de forma continuada. La idea es identificar el problema y encontrar una solución global que nos sirva de correa de transmisión para cambiar costumbres de grado menor.
Creamos un proceso para implantar hábitos de forma continuada, desde dedicar tiempo a la lectura o ayudar a nuestros hijos con los deberes, a realizar la revisión semanal, comer fruta todos los días, recopilar y procesar nuestros asuntos, prescindir del smartphone … hay un sinfín de nuevas actividades que te permiten mejorar poco a poco, pero más allá de esta evidencia la experiencia en sí se convierte en una finalidad:
Acostumbrarse a modificar los propios hábitos ayuda a reducir las resistencias ante el cambio.
¿Cuando fue la última vez que te planteaste hacerlo de forma diferente y lo vas llevar a la práctica?
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