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Quién me iba a decir cuando empecé a escribir sobre productividad que un día escribiría artículos tan sugeneris como este. Hoy quiero hablar de la importancia de la comida y la dieta en nuestra productividad. Cuándo, cómo y qué comer, para potenciar nuestro rendimiento. Que me ha traído aquí? Muy sencillo, la propia experiencia. No he hecho un postgrado sobre nutrición, ni nada similar. A la vuelta de las vacaciones decidí cambiar algunas costumbres. Una de ellas era la de deja de tomar tanta cafeína i otra regular mejor mi dieta. En el siguiente texto explico qué medidas he tomado y cómo han afectado mi rendimiento.
Comer bien es en nuestro rendimiento algo similar a las horas de sueño. Si una noche dormimos poco, al día siguiente nos resentiremos. Del mismo modo, si durante un período prolongado comemos mal es evidente que repercutirá en nuestra salud. Si merman nuestras fuerzas, merma nuestra predisposición al trabajo. No pretendo advertir del perjuicio de unos malos hábitos alimenticios, más bien hablar de cómo unos pequeños cambios en nuestra rutina pueden mejorar nuestro bienestar, ayudando a mantener el nivel de energía que utilizamos para trabajar y que se desgasta durante la jornada.
El primer punto es de SENTIDO COMÚN. No saltarse ninguna comida. Se acabó quedarse al mediodía en la oficina. Una de las decisiones más importantes que he tomado desde que trabajo en el mundo de las TI es que ningún problema ni ningún cliente me harán perder nunca más la hora de comer.
Distribuir mejor la cantidad ingerida durante el día. Comenzar el día con un desayuno de verdad, nada de un café con leche y ya está. Comenzar el día con fuerza es importante, pero puede resultar difícil para todos aquellos que no tienen arraigado el hábito. Si como yo, eres de los que aproveche hasta el último momento en la cama, tendréis que hacer frente a dos retos en uno. No debe ser nada complejo, una taza de cereales (con leche o yogur) o un pequeño bocadillo con un zumo. Rápido de preparar y de comer. Os aseguro que notaréis una mayor vitalidad en el tramo inicial de la jornada.
En cuanto a la comida, abstenerse de comidas copiosas. Si no lo evitamos, acabaremos con una molestia sensación de exceso de carga y somnolencia durante la tarde, después de uno de esos almuerzos completos. Estamos minando nuestra sensación de bienestar. Podemos reforzar el empuje que nos da una buena comida combinándolo con otros hábitos que nos ayudan a desconectar durante el mediodía: Una siesta, o si no tenemos ocasión, dar un paseo antes de reincorporarse a su trabajo. Un punto aparte para dejar de lado durante un momento el ruido de la jornada laboral.
Recomendar incorporar un break para comer a media mañana ya media tarde. Preferiblemente algo similar a una barrita de cereales o algo dulce con la intención de volver a subir el nivel de glucosa para llegar en condiciones al medio día y al final de la jornada.
El último apunte es una apuesta por la calidad. Incorporar cosas tan exóticas como la fruta, verdura, cereales y las legumbres de forma regular a nuestras comidas. Reducir el exceso de cafeína y teína. El café y el té en momentos claves del día, por la mañana y después de comer, si consumimos en exceso nuestros nervios se resentirán. Quizá no experimentamos ninguna mejora a corto plazo, pero debemos verlo como una inversión a medio-largo plazo.
Son apuntes que caen por su propio peso. En su día me hicieron a mí y yo inicialmente no los tomé en serio, pero gradualmente los he ido incorporando y me han aportado una mejor calidad de vida, la cual repercute directamente – e indirectamente – en mi forma de afrontar el trabajo. Seguro que todos vosotros tenéis alguna práctica o algún consejo para mejorar la vitalidad y el bienestar para afrontar la jornada de trabajo, todos tenemos esas pequeñas rutinas relacionadas con la comida, o no, que nos hacen resistir durante 8 horas al pie del cañón. Si las quieres poner en común puede hacerlo a través de un comentario : )