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He decidido que este año será el año de la mejora y ajuste de mis hábitos. Si en los años anteriores me he centrado en desarrollar el método (Get Things Done) y los procesos para aumentar mi eficiencia, veo claro que los siguientes pasos para la mejora y el desarrollo deben hacerse en el terreno de las costumbres y el comportamiento. En los últimos años he desarrollado una serie de pautas que me han permitido dejar de ser un desastre y abandonar precariedad productiva. Empiezo el año con su repaso y marcándome mis siguientes retos.
Imagen vía Bob Fisher Photo bajo llicencia Creative Commons
- Crear el hábito de recopilar. Un paso de gigante, dejar atrás los olvidos y el ruido estático que arrastraba inconscientemente provocado por todos aquellos pensamiento y datos a recordar. El hábito de interrumpir mi rutina cada vez que me pasa algo por la cabeza ha sido fundamental para mejorar mi focalización, ser más asertivo a la hora de planificar y tomar decisiones.
- Reducir las horas de televisión, a algo casi testimonial. Para mí la televisión era como una droga que en lugar de perjudicar mi salud mermaba mi productividad. Ejemplo: Los fines de semana desayunaba con la televisión, o después de cenar la arrancaba sólo durante 5 minutos y me quedaba absolutamente embelesado – sin reaccionar – mientras el tiempo destinado a HACER iba consumiendo. A través de fuerza de voluntad, de repetirme si lo que había en ese momento en la TV era imprescindible para mí, si podía cambiar algo y si lo podía ver a posteriori … Lentamente lo reduje a algo testimonial, alimentando mi ocio audiovisual por otras vías, como el PC y la red.
- Utilizar el ordenador sólo el tiempo necesario. Enlazándolo con el punto anterior, se combinaba mi incapacidad de decir basta y seguir ante la pantalla del PC una vez finalizada la tarea planificada, intentando hacer más. Mantenerse ocupado en lugar de hacer. La otra vertiente de la situación fue el traslado del problema de la TV en el PC: interrumpir el trabajo para conectarme a internet o ver un vídeo, siendo incapaz de volver a la actividad que tocaba.
- Crear y utilizar el tiempo de calidad. Hay algo más que el trabajo y que revierte en el. El hecho que disfrutar, pasarlo bien y reír ayuda a mantener nuestro bienestar y renovar nuestra energía productiva. Vivir a fondo estos momentos permite desconectar de verdad, el clic necesario para reiniciar la mente y estar al 100% cuando toca.
- Limitar el tiempo de trabajo. Imponerme un límite de tareas a realizar por día y una hora para parar de trabajar. El tiempo del que dispongo se reduce y según la ley de Parkinson se aprovecha mejor. El hecho de dejar de trabajar en un punto concreto permite tener tiempo para producir, disfrutar y descansar.
- Cuidar mi nutrición y las horas de sueño. Detalles que suman, desde cambiar mis desayunos a base de bocadillos de embutido y bollería por cuencos de cereales y yogur, hasta respetar mis 7-8 horas de sueño para mantener el bienestar físico y que éste no afecte negativamente a mi faceta intelectual y emocional.
- Contar con los demás y compartir. Trabajamos en equipo, somos un nodo de una red de colaboración. Yo era un individualista y un orgulloso que prefería chocar contra la misma pared durante todo el día antes de recurrir a un compañero. Hoy en día soy capaz de consultar cuando es necesario y de compartir todo lo que descubro y que es destacable.
Lo que viene a partir de ahora
A continuación muestro algo de lo que me gustaría empezar a cambiar a partir de ahora. Para mí, tres retos que ya he intentado poner en marcha varias veces sin que el tema prosperara. Del porqué, el proceso de implantación y sus resultados en podréis leer los próximos meses.
- Abandonar las sustancias estimulantes. No penséis mal, me refiero a la cafeína. He pasado del consumo en exceso y ahora me toca cortar la dependencia de la café como punto de partida de mi jornada. No me gusta depender de ninguna sustancia para hacer mi trabajo, aunque en moderación sea buena.
- Levantarme temprano. El hecho de poder disponer de 60 minutos antes de irse a trabajar podría representar un plus productivo importantísimo. El problema, vencer la resistencia a levantarme temprano, reprogramar mi rutina de descanso: Ir a dormir y levantarme más temprano.
- Simplifica. Crear el hábito de preguntarme si es necesario lo que quiero incorporar a mi rutina, si es imprescindible hacerlo hoy lo es puede dejar para mañana. El objetivo es hacer primero lo que es imprescindible seguido de lo que es lo prioritario, evitando sobrecargar nuestra rutina. Lo más difícil es tener siempre presente la pregunta, algo similar a tener presente la costumbre de recopilar.
Finalmente hago mencionar algo que va más allá de los hábitos, más parecido a un cambio de actitud. Ser positivo, actuar y pensar de forma constructiva sin dejarme invadir por el pesimismo. No soy un pesimista, soy un realista que se centra en la faceta más oscura de cada situación, este es mi reto definitivo, acabar de una vez por todas, poco a poco, paso a paso con esta forma de vida y trasladarme a una vertiente más razonable y constructiva – no ingenua – de la vida. Os hablaré en otro post, sobre todo lo que creo que debo cambiar para actuar de forma diferente.
Dejémoslo aquí. Si quieres darme algún consejo o hacer mención a los hábitos más beneficiosos que has adoptado en los últimos años y los beneficios que te han reportado, lo puede hacer en forma de comentario o vía twitter a @davidtorne.