Aquesta entrada també està disponible en: Català
“Toda la tecnología tiende a crear un nuevo entorno humano…los entornos tecnológicos no son meramente pasivos recipientes de personas, son procesos activos que reconfiguran a las personas y otras tecnologías similares” – Herbert Marshall Mcluhan.
A finales de agosto de este año, a través de la prensa me entere de la llegada al mercado de los smartwatch, la noticia llegaba con un título «alentador»…Ahora podrás ver tus mensajes y correos por tu reloj!!!!!
Ese anuncio hizo que tomara la determinación de mandar a pedir uno de estos smartwatch para analizarlo en profundidad, no tanto desde el ámbito tecnológico, sino más bien por el lado de los comportamientos y hábitos que se incorporarán en nosotros.
El smartwatch elegido fue la marca Pebble (Link) tenía muy buenas referencias en la web y se integra perfectamente a los iPhones. El reloj tiene todo lo que cualquier geek puede querer y por supuesto es muy simple de configurar. El problema para la productividad surge cuando habilitas las notificaciones, en ese mismo instante tu vida corre peligro.
Definitivamente la frase de Mcluhan es efectiva, esta nueva tecnología llega con la promesa de mayor conectividad y en algunos vídeos de mayor productividad por estar al tanto de tus notificaciones. Si ya con el smartphone muchas personas se vuelven locas con el efecto de vibración y los sonidos de aviso de un nuevo email, ¿pueden imaginarse el impacto que tendrán cuando cada notificación nueva además haga vibrar tu muñeca?
Por supuesto creo que no hay consciencia de eso, he pasado dos semanas interactuando con el smartwatch y es un dispositivo maravilloso si sabemos utilizarlo para casos puntuales, como alarmas, recordatorios o algunos avisos, pero si vas a habilitar la notificación del email, estarás en ¡grave peligro!
Lo que sucede es lo siguiente, cada vez que recibas un email, vibrará tu reloj, claramente te genera una interrupción, el problema es que lo siguiente que lees es el email en tu reloj pero no recibes el texto completo, sólo puedes ver una cantidad de caracteres, es decir quedas tan ansioso por cómo termina el mensaje que terminas sacando tu iPhone y revisando el email y además aprovechas de ver otros.
Lo que significa es que esa sola vibración genera estragos en tu atención y focalización, terminas desconectándote de lo que estabas haciendo o de la persona con la que hablabas, en síntesis es un atentado contra la productividad.
Lo que se viene es la inminente llegada de estos dispositivos, la gente se los comprará más que por sus «beneficios», por una moda. Seguro ya veremos a más personas en reuniones distraerse mirando su reloj y luego revisando el teléfono, por ejemplo.
La única solución es que personas y porque no empresas, sobre todo los equipos de TI o recursos humanos, se ocupen definir las formas de uso y en algunos casos políticas para que la ansiedad por los emails no termine por apoderarse de las organizaciones. Es simple basta con que pongas en off las notificaciones y deshabilites el modo vibración.
Hoy sabemos que las personas pasan entre 4 a 5 horas en su email, estoy seguro que no queremos que ese número aumente y menos lo haga de forma silenciosa a través de un nuevo dispositivo que puede transformarse en un icono del estrés.
Este es un post invitado de Christian Reyes (@chreme) ilusionista de ideas en +People, una empresa chilena dedicada a promover culturas de productividad y calidad en las empresas contribuyendo a la mejora del desempeño de los equipos a través de cambios de hábitos y la incorporación de la tecnología de vanguardia.
@maspeople… pilotando hacia la empresa del siglo XXI