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Procrastinar. Entender de donde surge el impulso es el primer paso para vencerlo Share on X
Eres un procrastinador y lo sabes. Dejas para después lo que deberías estar haciendo ahora. Sustituyes la obligación por la devoción con tareas más amables o sencillas, escondiéndote de tus responsabilidades, manteniéndote ocupado con la intención de no sentirte culpable cuando llegue el final de la jornada y te des cuenta de que no has completado lo que sabes que era importante.
Eres una persona con una gran capacidad de trabajo, tu entorno te conoce y confía en ti. Lo sabes pero a veces te escondes detrás de una montaña de trabajo irrelevante, y siento decírtelo, de mediocridad.
La carne es débil, todos procrastinamos. El reto es entender porqué lo hacemos y cómo prevenirlo.
Estoy agotado pero no me doy cuenta de ello
A mí me pasa los sábados por la mañana cuando escribo los post del blog, al final termino cayendo en Youtube o si tengo la previsión de desconectarme de la red antes de empezar acabo dirigiendo mi atención a otros trabajos o dejando desbocada mi mente preparando futuros artículos (en lugar de capturar la idea y seguir con lo que me toca).
Debido al agotamiento empujamos la mente a un estado de fuga constante para buscar el descanso y esparcimiento que necesita.
No somos conscientes de la carga ni el estrés que soportamos. No nos sentimos físicamente agotados, seguimos ante la pantalla del ordenador estando cognitivamente saturados y seguimos insistiendo con tareas menos exigentes a nivel de atención y razonamiento.
No establecemos puntos de desconexión, momentos en que hay que parar y disponer de tiempo de calidad para recargarnos.
Tiempo de ocio, tiempo con la familia y descansos de calidad alejados de la tarea habitual para tener un punto y aparte necesario durante la jornada laboral.
Lo que tengo que hacer me sobrepasa
Me pasa cuando me encuentro un problema demasiado grande – o desagradable- en el trabajo y en un primer momento decido abrir el explorador y huir a cualquier punto de la red antes de comerme el sapo. El sentimiento de disgusto me hace descarrilar.
Comer un elefante lo llaman. La técnica para afrontar grandes tareas, dividiéndolas en más pequeñas y asumibles. Yo utilizo el mismo principio refinando un poco más:
Defino la primera actividad a realizar para empezar a trabajar inmediatamente. Trabajo por resultados y acciones, donde un resultado es algo a obtener (tarea a resolver) y una acción cada uno de los pasos en forma de acción física individual …
Siempre trabajo abriendo un solo frente para no aumentar la complejidad de mi actividad, nada de varias tareas del mismo asunto en paralelo.
Los asuntos de cierto volumen se resuelven de una forma mecánica. Deshaciéndose en piezas más pequeñas y persistiendo.
Dejar fluir
Trabajas absorto, sin darte cuenta de cómo pasa el tiempo pero de repente se presenta un contratiempo que te hace perder este fluir. La magia se desvanece y dejas de funcionar en piloto automático. El hecho de no poder seguir te genera malestar – frustración- y buscas evadirte con cualquier distracción.
Aunque el tiempo pase sin que te des cuenta y no notes la fatiga esta aparecerá de golpe cuando salgas del estado de flow. Quizás es el momento de un descanso, aunque sólo sea ir al baño, dar una vuelta por la oficina o salir a la calle y respirar.
Al volver revisa el problema para coger perspectiva, concíbelo como una parte más del proceso de resolución. Un nuevo bloque (asunto) a resolver que no venía en la planificación establecida o la especificación inicial.
Tener miedo
Quiero cambiar mi lugar de residencia. Vivir donde hace más de 14 años que trabajo dejando atrás la vida que he tenido siempre. No me esperaba experimentar la fricción ni la resistencia que he experimentado.
Un asunto con una fuerte carga emocional es una fuente inagotable de pretextos y excusas para no avanzar en su resolución.
Como siempre realicé una planificación natural para definir propósito y especificar la actividad a realizar. Desde describir las características de la vivienda y su emplazamiento a realizar un presupuesto…
Lo tenía todo muy claro, pero cuando aparecía una vivienda dentro del target aparecían las dudas, la sensación de malestar… la dejaba escapar pensando si realmente era lo que quería… La situación generaba un cóctel de decepción y frustración que me afectaba en exceso hasta el punto de replantearme mi visión inicial del proyecto.
La carga emocional aumenta la complejidad de la situación y el objetivo pierde todo el atractivo
No era consciente del miedo que me hacía desconectar de mi estilo de vida actual para crear un nuevo entorno y una nueva forma de funcionar. No sólo era un cambio de domicilio también reajustar toda mi actividad. Un iceberg con 9/10 partes bajo el agua. Esto asusta.
La eficacia personal pasa por aprender y aplicar técnicas para gestionar la actividad pero también para saber explicar el porqué de nuestra realidad actual. Porque estamos donde estamos y nos pasa lo que nos pasa.
Es imposible erradicar la procrastinización pero si gestionarla, empezando por entender su trasfondo. Entendiendo el porqué, podemos prevenirla creando condiciones favorables como aumentar el descanso, gestionar el trabajo de forma diferente, recurrir a técnicas para leer el aspecto emocional etc …